viernes, 18 de mayo de 2018

COMPRENSIÓN LECTORA DESDE UN PUNTO DE VISTA COMUNICATIVO Y PEDAGÓGICO EN LOS ESTUDIANTES DE INGENIERÍA PESQUERA ACUÍCOLA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUMBES

ENSAYO
Escuela de Posgrado

Universidad César Vallejo
Programa de Doctorado en Educación
Estudiante: Mg. Samuel Ancajima Mena




Se define la comprensión lectora desde la visión contemporánea que la concibe como un proceso comunicativo. Asimismo, se explica los factores condicionantes, los niveles de procesamiento lector, así como las diversas estrategias que pueden utilizarse en el aula para lograr una adecuada comprensión.

Concepción de la comprensión lectora
Como su nombre lo indica, el enfoque interactivista de la comprensión se basa en la interacción que se da entre el lector y el texto, lo cual permite la creación de un nuevo significado que trasciende lo explicitado en el texto y los conocimientos previos del sujeto que lo lee.
Los principales defensores de estas teorías según Cairney (1992) son Rosenblatt (1978), Shanklin (1982), entre otros. Estas teorías intentan, pues, trascender el papel del lector y el texto (como conjunto) en la construcción del significado de este último.

“La lectura se concibe como un acto transaccional en el que autor y lector crean un significado que es obra de ambos, no sólo del autor” (Salazar, 1999: 28). De este modo, la comprensión del texto solo se alcanza a partir de la interrelación entre lo que el lector lee y lo que ya sabe sobre el tema, por lo que el proceso de lectura comienza cuando el lector, antes de leer el texto, plantea sus expectativas sobre lo que va a leer: tema, tipo de texto, etc.

Como se ve, este modelo afirma que es el autor el que toma la iniciativa en el sentido en que aporta los elementos para una comprensión potencial del significado del texto. Si bien el proceso de comprensión es guiado por la estructura del texto, no está totalmente controlado por ella, pues el lector aporta sus conocimientos y experiencias anteriores, así como sus esquemas cognoscitivos. De ahí que el conjunto de conocimientos previos que posea el lector en relación a la información contenida en el texto que lee sea un factor de suma importancia para el logro de una adecuada comprensión del mismo.

Ahora bien, la contribución que el lector hace para llegar al significado de un texto es posible gracias a los esquemas mentales que posee. Así, bajo la perspectiva de la teoría de los esquemas, la lectura comprensiva puede ser definida como el proceso por el cual el lector es capaz de analizar, relacionar y sintetizar el contenido de un texto escrito gracias a su capacidad de operar activamente desde diversos esquemas acerca de aquello que lee, identificando sus planteamientos, sus nexos lógicos y vínculos estratégicos (Cárdenas,1999).

Este modelo interactivo admite, entonces, múltiples interpretaciones acerca de un mismo texto e incluso contempla la idea de que el lector comprenda algo quizás muy diferente de lo que el texto se proponía aportar, de acuerdo a las intenciones del autor. El modelo interactivo propone, pues, un nivel de comprensión que va más allá de lo meramente literal o inferencial, alcanzando un tipo de comprensión reflexivo y crítico, dependiendo del esquema cognitivo que posea el lector. Del mismo modo, tal como lo menciona Cabrera (1994) se da lo que se denomina la lectura creativa que conlleva la reacción y la actuación posterior del lector una vez realizada la lectura, de manera tal que su resultado es el desarrollo personal y social del individuo puesto que produce cambios en su punto de vista, actitudes, sentimientos y conductas.

2.1.1. Visión contemporánea de la comprensión lectora
La visión contemporánea acerca de la comprensión lectora se basa en una ampliación del modelo interactivo o transaccional y aúna las teorías del procesamiento de la información ascendente y descendente. La primera se refiere básicamente al logro de la comprensión sólo a partir de la información contenida del texto; mientras que la segunda hace alusión a la importancia exclusiva del conjunto de conocimientos previos que el lector trae consigo al momento de leer.

Según Solé (2000) cuando el lector se enfrenta a un texto, sus rasgos componentes despiertan en él expectativas a diferente nivel (letras, palabras...) de tal manera que la información procesada en cada uno de estos niveles funciona como un input para el nivel siguiente, de esta forma y gracias a un nivel ascendente, la información se propaga hacia niveles cada vez más elevados. De forma simultánea, y dado que el texto despierta expectativas de nivel elevado (semántico, sintáctico), éstos funcionan como hipótesis que buscan en los niveles inferiores su verificación, por un procedimiento descendente.

Para terminar este apartado, cabe aludir las características mencionadas por Pinzas (1995), que servirán como un resumen de las ideas centrales propuestas por la visión contemporánea del modelo interactivo de lectura.

a) La lectura como construcción
La lectura es vista como un proceso a través del cual el lector va armando mentalmente un “modelo” del texto dándole significado propio o una interpretación personal. Así, al leer las personas reaccionan frente al texto imaginando e interpretando o construyendo una idea acerca de su posible significado. Esta construcción necesita, pues, una buena comprensión literal de lo que el texto explícitamente propone lo que, a su vez, posibilitará la elaboración de lo implícito.

b) La lectura como interacción e integración
La lectura es interactiva porque la información ofrecida por el texto y el conocimiento previo del lector se relacionan para producir un significado particular. La tarea del lector estará orientada, por consiguiente, a interpretar, completar, determinar o proporcionar el significado del texto. De allí la importancia no sólo de la presencia de los conocimientos previos del lector pertinentes al texto, sino que su adecuado uso en el proceso de construcción e integración del significado.

c) La lectura como interacción entre fuentes de información
A fin de lograr una adecuada comprensión en términos de decodificación e interpretación del texto, es necesario que en la mente del lector interactúen sus diferentes fuentes de experiencia e información referidas más que nada a sus conocimientos acerca de la ortografía, la gramática, el léxico, la sintaxis, la semántica y la pragmática.

d) La lectura como proceso estratégico
Pinzás (1995), alude a la necesidad de un “lector flexible”, en la medida en que aprende a adaptar su propia lectura tanto de acuerdo a sus propósitos o metas para leer, como según la naturaleza del material, su familiaridad con el tema, el género literario y según esté comprendiendo o no lo que lee.
Es por ello importante que el lector posea un bagaje de conocimientos previos, no sólo acerca del contenido del texto que va a leer, sino también a los diferentes tipos de texto existentes y las características que presenta cada uno de ellos.

e) La lectura como proceso metacognitivo
Esta característica alude a la capacidad que tienen los lectores diestros de controlar su lectura y ser, al mismo tiempo, conscientes de ello exhibiendo, así, destrezas metacognitivas. De esta manera, los buenos lectores saben evaluar su propio conocimiento o habilidades con respecto a la demanda de la tarea y saben guiar su comprensión y desarrollar estrategias correctivas cuando ésta falla.
Cabe mencionar que la metacognición en la lectura es sumamente importante en la medida que permite al lector detectar y compensar aquellos fallos o errores presentes en el texto que pueden impedir su comprensión.

f) La lectura como proceso automático Para poder comprender, el lector debe dominar los procesos básicos, tales como la decodificación, al punto que dichos procesos se vuelvan automáticos. Así, resulta de suma importancia la fluidez de la lectura (entendida ésta como la coordinación del proceso de descodificación con el proceso de comprensión).
La automaticidad de la decodificación permite que tan pronto como el lector ha visto una parte de la palabra, adquiera una posible interpretación de ella.

g) La lectura como aprendizaje continuo El proceso lector mejora con la práctica, por lo que es importante una lectura continua orientada siempre con el propósito de aprender. De ahí la importancia de la práctica de la actividad lectora desde temprana edad, pues solo de esta manera el niño se va acostumbrando a leer, primero por obligación y paulatinamente, por placer. De este modo, cuando llegue a la adolescencia, valorará la importancia de la lectura y cómo esta actividad favorece su conocimiento y comprensión sobre diversos tópicos de cultura general.

Niveles de procesamiento lector
“La lectura conceptualizada como una actividad humana, es compleja y profunda. Involucra la totalidad del pensar, en sucesivas asociaciones mentales y en funciones analíticas, sintéticas y valorativas” (Barrios, 1990: 16). El proceso lector implica, pues, una variedad de operaciones mentales y, por ende, niveles de procesamiento que posibilitan, a su vez, una adecuada comprensión.

El nivel de procesamiento más simple es el perceptivo y el más complejo es el semántico, puesto que, en éste, finalmente, se logra la construcción del significado. Sin embargo, hay otros niveles intermedios (léxico y sintáctico) sin el cual no sería posible dicha construcción. Cabe mencionar que, si bien son jerarquizados, muchas veces estos niveles se dan a la par, pero siempre están orientados a lograr un adecuado nivel semántico. Basándose en ello, Cuetos (1996) afirma que el sistema de lectura está formado por varios módulos separables relativamente autónomos, cada uno de los cuales se encarga de realizar una función específica. De este modo, se distinguen cuatro módulos o procesos:

• Procesamiento perceptivo: Los mecanismos perceptivos presentes en nuestros sentidos extraen la información gráfica presente en la página del texto y la almacenan durante un tiempo muy breve en la denominada memoria sensorial o icónica. La información más relevante pasa luego a una memoria más duradera denominada memoria a corto plazo, desde donde se analiza y se reconoce como determinada unidad lingüística.

• Procesamiento léxico: Una vez identificadas las unidades lingüísticas, el siguiente proceso es la asociación de dicha unidad con un concepto. Para ello, se dispone de dos vías: 1) conexión directa del significado con los signos gráficos y 2) transformación de los signos gráficos en sonidos utilizando esos sonidos para llegar al significado.

• Procesamiento sintáctico: El lector dispone de unas claves y reglas sintácticas que indican la manera como pueden agruparse las palabras en frases y oraciones y hacen uso de este conocimiento para determinar la estructura de las oraciones particulares que encuentra.

• Procesamiento semántico: Después de haber establecido la relación entre los componentes de la oración, el lector pasa a extraer el mensaje de la oración para integrarlo a sus conocimientos.

Realidad problemática
En este aspecto básicamente lo que caracteriza la problemática de los estudiantes de Ingeniería Pesquera Acuícola es la dificultad en la atención controlada frente a la automática, es decir, presentan mayores problemas en adaptar una tarea a nuevas consignas y mantener un buen rendimiento cuando la tarea es compleja. Igualmente presentan dificultades en procesar varios estímulos de manera simultánea pues, les resulta difícil distinguir los estímulos relevantes de los irrelevantes y de atender aquellos que aparecen con una frecuencia lenta. De ahí sus problemas en mantener la atención de forma continua y de aprender y recordar lo aprendido, puesto que procesan la información de manera muy superficial. Por otro lado, suelen presentar también estilos de procesamiento cognitivo inadecuados para el aprendizaje universitario, por lo que les cuesta trabajo organizar la información recibida. 

Del mismo modo, como ya se vio con anterioridad, presentan dificultades en la comprensión y fluidez lectora, ya que frecuentemente comenten omisiones en la lectura (“ignoran o no visualizan palabras o letras”), originando una comprensión lectora deficiente.

Resultados esperados
Con el desarrollo de una investigación metódica y sistemática, se espera que los alumnos logren mejorar su nivel literal, inferencial y reflexivo- crítico de comprensión lectora, comparando los puntajes obtenidos en el pre- test y el post- test.

Esta mejora posiblemente se alcanzará en la medida que las estrategias aplicadas durante las sesiones del proyecto permitan descubrir y aplicar nuevas técnicas de comprensión lectora, ya que como menciona Solé (2000), las técnicas y los procedimientos aplicados antes, durante y después de la lectura propician la formación de lectores autónomos, capaces de desarrollar estrategias que les permitan mejorar su proceso lector. Asimismo, las actividades relacionadas con la discusión en clase sobre los temas presentes en la lectura fomentan las habilidades inferenciales por parte de los alumnos, así como su capacidad de reflexionar críticamente.

Bibliografía
Barrios, Ruth (1990) Lectura y adolescentes Lima: Concytec
Cabrera, Flor (1994) El proceso lector y su evaluación Barcelona: Laertes
Cairney, Trevor (1992) Enseñanza de la comprensión lectora Madrid: Morata
Cardenas, Manuel (1999) De la lectura comprensiva a la organización del aprendizaje Lima: instituto de pedagogía popular
Cassany, Daniel (1998) Didáctica de la lengua Barcelona: Ed. Graó
Cuetos, Fernando (1996) Psicología de la lectura Madrid: Editorial Escuela Española
Orjales, Isabel (1999) Déficit de atención con hiperactividad Madrid: ciencias de la educación preescolar y Especial
Pinzas, Juana (1993) Cognitive monitoring in reading comprehension Nijmegen: Universidad Catolica de Nijmegen
Pinzas, Juana (1995) Leer pensando. Introducción a la visión contemporánea de la lectura Lima: Asociación de Investigación Aplicada y Extensión Pedagógica Sofía pinzas
Salazar, Silvana (1999) Hábitos de lectura Lima: Instituto del Libro
Solé, Isabel (2000) Estrategias de lectura Barcelona: Graó

LECTURA 3: Dato, información y conocimiento




Dato: conjunto discreto de factores objetivos sobre un hecho real. Un dato no dice nada sobre el porqué de las cosas, y por sí mismo tiene poca o ninguna relevancia o propósito.

Información: Es un mensaje, normalmente bajo la forma de un documento o algún tipo de comunicación audible o visible. Es capaz de cambiar la forma en que el receptor percibe algo. Tiene significado o relevancia.

Conocimiento: Mezcla de experiencias, valores, información y saber hacer que sirve como marco para la incorporación de nuevas experiencias e información. Implica la comparación, consecuencias, conexiones, conversación.

LECTURA 2: Conocimiento científico y filosófico


Dos son las fuentes del saber de una persona: una es su propia experiencia; otra es la información que recibe de otras personas. El hombre es curioso, quiere saber por qué sabe, busca la explicación a los hechos, pregunta por qué ocurren algunas cosas, contradictorias, inexplicables: este deseo es innato, sea o no sea científico, sea o no sea filósofo. Todo este cúmulo de conocimientos constituye el saber precientífico (o vulgar) que frecuentemente está conectado con los intereses prácticos del individuo y también se da en un plano puramente teórico, es meramente sensible, resultado de la experiencia que proporciona los sentidos, en íntima relación con la inteligencia, o por otros individuos que tienen más conocimientos, ante una explicación superficial de los hechos.



El saber científico es el que caracteriza a la ciencia, y que presenta las siguientes propiedades: 
A) debe ser cierto, puesto que no hay ciencia sino hay certeza, esta no puede ser absoluta; alguna vez se ha comprobado que el saber científico no estaba ajustado a la verdad. La ciencia progresa, lo cual quiere decir que el saber cierto de ayer es corregido por los resultados de las experiencias comprobadas hoy. 
B) El saber científico debe ser también universal, no hay en rigor, ciencia de lo singular: el que comprueba que este rosal se marchitó al comienzo del otoño, no tiene derecho a inferir que “los rosales se marchitan al comienzo del otoño. El saber científico se expresa por medio de “leyes” cuya universalidad debe ser convalidada para que sean tales. 
C) El saber científico debe ser también metódico; es decir, adquirido con método, a través de un proceso razonado, premeditado, que conduce con seguridad a la meta de la investigación. 
D) El saber científico deber ser sistemático, porque los conocimientos desorganizados no lograrán jamás constituir una ciencia si no están relacionados entre sí; con relaciones objetivas no con relaciones arbitrarias ideadas por el investigador. 
E) El saber científico deber ser etiológico, en el sentido de que debe dar razón de las causas que provocan el fenómeno, debe señalar el origen de los hechos, siempre de acuerdo con cada ciencia.

El saber filosófico se diferencia del saber científico como la filosofía se diferencia de las ciencias particulares. Por consiguiente, aunque ambos tienen caracteres comunes: universalidad, método, certeza, sistematización, tienen discrepancias: la universalidad del saber filosófico no excluye absolutamente nada, mientras que la del saber científico abarca únicamente un determinado sector de cosas (fenómenos químicos, fenómenos físicos). Además, el saber filosófico es un saber de los primeros principios, un saber por las primeras causas.

LECTURA 1: Epistemología científica


Las epistemologías científicas tienen por objetivo exclusivo la explicación del conocimiento científico y no encaran más el conocimiento en general, ya sea porque consideran el conocimiento científico como el único posible, o bien porque se especializan en interpretarlo en sí mismo.
Encontramos en esta definición la diferencia fundamental entre lo que aquí llamaremos propiamente epistemología y lo denominado teoría del conocimiento.


En el caso de la epistemología, el interés está dirigido a las condiciones del conocimiento válido en las ciencias contemporáneas, mientras que para las teorías del conocimiento el interés es general a cualquier forma del conocimiento, o aun específicamente a formas de conocimiento no científicas.

Mientras que las aquí llamadas teorías del conocimiento parten del análisis de una ciencia en particular para postular los principios del conocimiento en general, las epistemologías nacen dentro de una ciencia, no parten de ella constituida, y permanecen dentro de sus límites estudiando sus particularidades epistemológicas.

El análisis epistemológico, constituye entonces una herramienta de carácter intelectual que tiene el objetivo de aplicar, en forma general la epistemología al estudio de la información científica, y de manera más específica tiene por objetivo establecer las condiciones necesarias y suficientes para la reconstrucción, la producción y la creación del conocimiento científico.

Se justifica su uso al determinar fundamentalmente el grado reproducción o generación de conocimiento científico, tanto por parte de los autores estudiados como por parte del investigador. Así mismo su uso facilita la identificación y clasificación de las diferentes teorías o paradigmas en las disciplinas científicas hasta ahora existentes. Ahora bien, lo primero que la epistemología debe ayudar es a esclarecer, ¿cuáles son los objetivos de la ciencia? ¿Que busca el científico?

sábado, 28 de abril de 2018

FRIEDRICH NIETZSCHE: SOBRE LA EDUCACIÓN


Nadie puede construirte el puente sobre el que precisamente tú tienes que caminar sobre el río de la vida, nadie lo puede hacer excepto tú, y sólo tú. En efecto, hay innumerables senderos y puentes y semidioses que quieren llevarte por el río; pero sólo a condición de que te vendas a ellos. 


Nietzsche, Schopenhauer como educador (2011a, 751)


Se ha dicho que «lo contemporáneo es lo intempestivo». Esta afirmación se puede leer en un curso dictado por Roland Barthes en el Collège de France en el año 1976 (Barthes, 2003, 48). La expresión alude a las «consideraciones intempestivas» –también llamadas «inactuales»– de Friedrich Nietzsche. En Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida –la segunda de ellas, de 1874–, Nietzsche escribe que «esta meditación es también intempestiva porque yo trato de entender como un daño, como una enfermedad y un defecto de nuestra época algo de lo que ésta está orgullosa con razón, su formación histórica» (Nietzsche, 2011a, 696)1 . En la primera de ellas –David Strauss, el confesor y el escritor (1873)– Nietzsche descubre en el teólogo y filósofo alemán un prototipo de erudito al que alaba por su crítica al cristianismo, pero a quien reprocha también por poner otra religión de recambio. 

Y es que para el joven Nietzsche «la cultura es ante todo la unidad del estilo artístico de todas las manifestaciones de la vida de un pueblo. Sin embargo, ni el mucho saber ni la mucha erudición son un medio necesario para la cultura, o un signo de ella, y en caso contrario se entienden muy bien con lo contrario de la cultura, la barbarie, es decir: la falta de estilo o la confusión caótica de todos los estilos» (Nietzsche, 2011a, 643-644). 

Nietzsche insistía en que, en el verdadero sentido de la palabra, la cultura es la obra de individuos «incómodos», ya que su objetivo es la grandeza, no la felicidad o el bienestar, ni siquiera el progreso material. En la aludida segunda intempestiva, Nietzsche reconoce que un ser humano necesita el recurso de la memoria, pero al mismo tiempo declara con firmeza que para poder llegar a vivir hay que saber olvidar y recordar únicamente lo primordial (que nuestro origen es animal); o, dicho de otro modo, que hay que olvidar lo esencial: el peso anquilosado del pasado que no refuerza la vida. Por eso, Nietzsche cuestionará en qué medida la educación moderna (la de su tiempo) está enteramente supeditada a la ilusión de que el saber es capaz de proporcionar un acceso a la totalidad del mundo, una actitud que termina por transformar las disciplinas históricas, y a la historia misma, en una ciencia con pretensiones de objetividad, pero incapaz de problematizar ni atender el presente, como ha señalado Pavel Kouba (2009, 33).

El filósofo italiano Giorgio Agamben, al preguntarse: ¿Qué significa ser contemporáneo?, sugiere que lo que hace el filósofo alemán es emplazar su pretensión de «contemporaneidad» mediante el establecimiento de una distancia (y de una extrañeza) con respecto a su época, con la que no termina de coincidir. Ese gesto no tiene que ver con una actitud de nostalgia, como tampoco se trata de una impostura. El gesto apunta, más bien, a una «relación con el tiempo que se adhiere a éste a través de un desfase y un anacronismo» (Agamben, 2001, 18). Quiero aprovecharme aquí del gesto «anacrónico» nietzscheano (me adelanto a decir que este texto no es un trabajo sistemático sobre una posible filosofía de la educación de Nietzsche) para intentar recalcar mi propia distancia (personal) con respecto a determinados aspectos del momento presente de la educación –de los que también parece sentirse orgullosa nuestra época–, ingredientes que podrían ser susceptibles de la misma crítica que la que Nietzsche estableció con respecto a la educación de la Alemania de su tiempo. Deseo poner el acento en lo que considero el desahucio contemporáneo de la idea de la «educación», entendida esta palabra en el sentido de una experiencia de «formación». Formación como acompañamiento del otro y encuentro con el mundo; formación como influencia educativa en el éthos del individuo en el seno de un encuentro entre generaciones (una cierta Paideia); y formación de un sentido artístico capaz de construir una mirada estética sobre el mundo y la realidad (como una cierta Bildung).

Es cierto que estas imágenes han perdido toda su vigencia en los discursos pedagógicos actuales; pero evocarlas aquí –esta es la hipótesis– quizá nos permita repensar la educación como una ayuda destinada para que el individuo sea capaz de un mejor encuentro consigo mismo, empujándole a la búsqueda de todo lo grande que alberga una cultura arraigada en y productora –no negadora– de vitalidad. Al final de la segunda intempestiva antes mencionada, Nietzsche vuelve su mirada hacia la juventud, y se pregunta dónde encontrar la energía necesaria para renovar la acción, prometerse un porvenir y hacer nacer una genuina cultura: «Confío en la potencia inspiradora que a falta del genio lleva el timón de mi nave, confío en que la juventud me haya guiado bien al obligarme ahora a protestar contra la educación histórica de la juventud del ser humano moderno y a sostener la protesta de que el ser humano debe aprender, ante todo, a vivir y sólo ha de usar la historia al servicio de la vida aprendida» (Nietzsche, 2011a, 743). Quien quiera quebrar el tipo de educación –erudita y sin vida– que Nietzsche juzga tan severamente, debe alzar la palabra de la juventud y alumbrar –señala– el camino de su rebeldía; y hacer de ella «una conciencia que hable en voz alta». Nietzsche, por tanto, no ignora que si de lo que se trata es de afirmar y defender la vida, para que dé sus frutos, lo que hay que hacer es incidir en las nuevas y más jóvenes generaciones. Ahí está todo el meollo de la cuestión pedagógica, podríamos decir.

Por eso voy a insistir en la importancia de esta idea: la educación es, fundamentalmente, un encuentro entre generaciones en la filiación del tiempo: un encuentro entre vitalidades distintas que compromete actos de transmisión entre temporalidades enfrentadas (tiempo adulto y tiempo joven), donde se dan y prometen mutuamente cosas. La experiencia de este encuentro permite atisbar, más que posibilidades de transmisión de saberes técnicamente viables o destrezas, imposibilidades, y más que continuidades, interrupciones, quiebras, en suma, acontecimientos. Podría, desde luego, decirse que la tarea de los padres, como la de todo educador, es una labor hasta cierto punto imposible. Unos y otros –padres y educadores profesionales–, están llamados a educar «por su cuenta», a partir de sus propias insuficiencias, siempre expuestos al riesgo del error y del fracaso. Los mejores entre ellos son no los que se presentan a sí mismos como modelos moralmente ejemplares, ni como eruditos ni conocedores expertos del saber pedagógico, sino los que tienen conciencia de la naturaleza a la vez arriesgada e inevitable de un oficio que les desborda y que tiene mucho que ver con una erótica y una tekhné (en su sentido más artesanal) que requieren poder concederse tiempo y ejercitarse en el oficio: repetición, espera, demora, atención. Un oficio que precisa, pues, de un «tiempo libre» en vez de esclavo. Un tiempo que no mide el reloj de agua de Clepsidra.

Más en: http://revistas.usal.es/index.php/1130-3743/article/viewFile/teoredu282113138/16044